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Dice de nosotros: Giuseppe Pumelli

LA HISTORIA DEL TALLER DE CLAUDIO GUARESCHI ESCRITA POR UN AMIGO

Acepté con mucho gusto la petición de Claudio de escribir una pequeña página sobre la historia de su trabajo, ya que fui uno de sus primeros clientes, cuando en 1953, como era costumbre entonces, empezó a frecuentar el taller del concesionario Moto Guzzi de Borgo della Posta.

Era una frecuencia que satisfacía su deseo de aprender sobre motos, sin ninguna remuneración, salvo unos pequeños consejos para inflar los neumáticos de mi moto. Por lo demás, su pasión y sus ganas de aprender le hacían pasar todas sus horas libres ayudando a los mecánicos de turno.

Al cabo de sólo un año, gracias a las propinas y a la ayuda de su padre, se compró su primer ciclomotor, con el que ganó inmediatamente la primera gymkhana en la que participó.
Con 1957 llegó el ansiado empleo y los primeros sueldos, siempre invertidos en motos.
Su destreza y sus ganas de aprender pronto le hicieron ser apreciado no sólo por sus clientes, sino también por el dueño del taller, y en 1967 Claudio se convirtió finalmente en socio del taller donde se había formado.
Sus brillantes ideas y su profundo afecto por la marca Moto Guzzi dieron lugar a una buena convivencia con su socio que duró hasta 1985, año en el que éste decidió vender su mitad de la participación por motivos de edad.

El primer paso fue la construcción de un nuevo taller, todavía concesionario de Moto Guzzi, en el que se introdujeron no sólo las más modernas innovaciones tecnológicas, sino también el rescate de todas las herramientas antiguas celosamente conservadas, de modo que hoy en día, la empresa dispone también del equipamiento completo para la restauración de motos antiguas (para ser exactos, todas las herramientas para todos los motores Guzzi a partir de 1927).

Pero eso ya es una noticia antigua, aunque los compañeros entusiastas como yo sigan haciendo que mi amigo Claudio mantenga sus motos Guzzi de antes de la guerra.
El taller actual, un gran cobertizo, es una instalación moderna, con una gran sala para exponer las motos nuevas (Guzzi, por supuesto) de las que siempre se expone la gama completa. Un taller igualmente grande para las reparaciones, con banco de pruebas, ordenador para la puesta a punto y todo lo que se necesite, cuyo acceso está celosamente guardado, salvo para algunos amigos (entre los que me incluyo) que de vez en cuando consiguen meter las narices.

Los hijos, que también han crecido en el ambiente, están un poco menos presentes, uno comprometido en el campeonato mundial de supersport y el otro en el italiano. Esto no significa que sean menos competentes que su padre, ya que han pasado todas las horas libres desde la escuela primaria dentro del taller viéndolo y siguiéndolo todo, y todavía le dedican cada minuto libre.
Otro departamento, al que siempre es muy difícil acceder pero que, cuando consigues meter la nariz, es sumamente fascinante, es el de recambios, donde, no sin hacerse de rogar, puedes encontrar piezas para las motos Guzzi más impensables y antiguas, además de las habituales para las motos modernas.

Me gustaría decir unas últimas palabras sobre su esposa, la encantadora Loredana, que desde los primeros días de su matrimonio se vio obligada a buscar clientes en casa incluso los sábados y domingos, obligada a viajar por toda Europa en una Moto Guzzi equipada con sidecar para acomodar a sus dos hijos, y una excelente administradora de talleres.
Su figura, siempre sonriente y serena, ha contribuido sin duda al crecimiento y desarrollo de una estructura moderna y eficaz que se caracteriza por "hacer que los clientes vuelvan".

Quasi cinquant’anni di frequenza dell’officina, esperienze maturate anche con altre marche ed altre officine, non possono che farmi esprimere le lodi all’attività di un amico, che ha dedicato la sua vita con passione, ma anche con estrema competenza all’assistenza di uno dei marchi più prestigiosi della storia del motociclismo.
Ma la storia non finisce qui, poichè l’officina è sempre più viva e vitale e spero di essere cliente per ancora tanti anni

Giuseppe Pumelli

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