La opinión de nuestros clientes
Son muchas las muestras de afecto y estima de nuestros clientes. En este apartado, queremos agradecer a todos los que han querido expresar, incluso por escrito, el respeto y la consideración que les une a nosotros.





Marco Doveri
Estimado
Buenas noches,
Creo que ha habido un error... No me has devuelto la moto... es otra... es evidente 🙂
De todas formas, te diré que ahora me quedo con esta, ¡ya me he encariñado con la nueva Stelvio!
Bromas aparte, quería daros las gracias a todos por la paciencia, la profesionalidad, la competencia, la cortesía y la amabilidad que me habéis demostrado. Y gracias también por el servicio de taxi sobre dos ruedas, de hecho siento haberte hecho perder el tiempo.. Leer más
Al volver al Stelvio, sentí la diferencia desde los primeros metros y en los últimos días he podido sentir las mejoras aún más profundamente.
Ya te conocía de nombre como aficionado al motociclismo y fue un placer "tocar" la pasión que pones en tu trabajo.
Hay talleres y jornadas.
¡Nos vemos en 10000 km!
Gracias por todo.





Mike Stuart
Estimado
El sábado pasado, cuando entré en su concesionario para revisar la moto, me llamó la atención la belleza de su tienda, que conocía bien.
En realidad los hay más modernos o más elegantes, aunque el tuyo está muy bien defendido, pero en ningún otro concesionario se respira tanta pasión por las motos, por Moto Guzzi, y por eso se acude allí con ganas y confianza. Leer más
Junto a las preciosas motos nuevas está la Red Chassis, una preciosa V7 Special de los años 70, una deliciosa Galletto, y de vez en cuando aparece alguna nueva sorpresa, personalmente pagaría una entrada para entrar como en un pequeño museo.
Sientes que conoces las motos que vendes, y más aún porque conoces toda su historia, de ti no sólo se compra un bonito objeto mecánico, sino un pequeño mito, se vive la pasión por una marca.
Si viaja, lo hace en Guzzi: me he encontrado con vendedores que no utilizan la marca que venden para sí mismos; no hay nada más destructivo: "los conoce y los evita".
Aparte de los aspectos un tanto románticos, de esta manera se mantiene alto el valor de una marca histórica italiana, se le añade valor y se garantizan mejores ventas.
En definitiva, la pequeña comunidad que gira en torno a su tienda no se mantiene por casualidad estrictamente fiel a la marca Guzzi: sería un poco como traicionar a su propia familia.
Las motos no se compran sólo por motivos racionales, sino también por motivos emocionales; y la emocionalidad no proviene sólo de las campañas de comunicación, sino del arraigo de las comunidades de aficionados en el territorio; del sentimiento de pertenencia. Hay que sentir que hay algo sólido detrás de la publicidad, si no bastaría con una bonita campaña para crear una gran marca.
Los valores intangibles de una marca son intangibles, pero son muy concretos y pueden tener un valor monetario muy alto.
En la primera concentración de Harley en California en 1984 se presentaron 28 personas, ahora hay casi 400.000 miembros del club Harley; la mayoría de ellos, si tuvieran que elegir otra moto, ni siquiera considerarían una que no fuera Harley.
¿No podría ser lo mismo para Guzzi?
A su manera, han creado un club informal, pero muy sólido y del que es muy agradable formar parte; y estoy convencido de que también muy fiel a una buena marca italiana.
Disculpen estas dos líneas que me vinieron espontáneamente después de mi visita del sábado, a su manera mantienen en alto la bandera de una buena marca italiana con pasión y profesionalidad impecable, felicidades y mis mejores deseos.
Saludos cordiales,





Giuseppe Pumelli
Acepté con mucho gusto la petición de Claudio de escribir una pequeña página sobre la historia de su trabajo, ya que fui uno de sus primeros clientes, cuando en 1953, como era costumbre entonces, empezó a frecuentar el taller del concesionario Moto Guzzi de Borgo della Posta.
Era una frecuencia que satisfacía su deseo de aprender sobre motos, sin ninguna remuneración, salvo unos pequeños consejos para inflar los neumáticos de mi moto. Por lo demás, su pasión y sus ganas de aprender le hacían pasar todas sus horas libres ayudando a los mecánicos de turno. Leer más
Al cabo de sólo un año, gracias a las propinas y a la ayuda de su padre, se compró su primer ciclomotor, con el que ganó inmediatamente la primera gymkhana en la que participó.
Con 1957 llegó el ansiado empleo y los primeros sueldos, siempre invertidos en motos.
Su destreza y sus ganas de aprender pronto le hicieron ser apreciado no sólo por sus clientes, sino también por el dueño del taller, y en 1967 Claudio se convirtió finalmente en socio del taller donde se había formado.
Sus brillantes ideas y su profundo afecto por la marca Moto Guzzi dieron lugar a una buena convivencia con su socio que duró hasta 1985, año en el que éste, por límite de edad, decidió vender su media participación.
El primer paso fue la construcción de un nuevo taller, todavía concesionario de Moto Guzzi, en el que se introdujeron no sólo las más modernas innovaciones tecnológicas, sino también el rescate de todas las herramientas antiguas celosamente conservadas, de modo que hoy en día, la empresa dispone también del equipamiento completo para la restauración de motos antiguas (para ser exactos, todas las herramientas para todos los motores Guzzi a partir de 1927).
Pero esto ya es una noticia vieja, aunque los compañeros entusiastas como yo sigan haciendo que mi amigo Claudio mantenga sus motos Guzzi de antes de la guerra.
El taller actual, un gran cobertizo, es una instalación moderna, con una gran sala para exponer las motos nuevas (Guzzi, por supuesto) de las que siempre se expone la gama completa. Un taller igualmente grande para las reparaciones, con banco de pruebas, ordenador para la puesta a punto y todo lo que se necesite, cuyo acceso está celosamente guardado, salvo para algunos amigos (entre los que me incluyo) que de vez en cuando consiguen meter las narices.
Los hijos, que también han crecido en el ambiente, están un poco menos presentes, uno comprometido en el campeonato mundial de supersport y el otro en el italiano. Esto no significa que sean menos competentes que su padre, ya que han pasado todas sus horas libres desde la escuela primaria dentro del taller viéndolo y siguiéndolo todo, y todavía le dedican cada minuto libre.
Otro departamento, al que siempre es muy difícil acceder pero que, cuando consigues meter la nariz, es sumamente fascinante, es el de recambios, donde, no sin hacerse de rogar, puedes encontrar piezas para las motos Guzzi más impensables y antiguas, además de las habituales para las motos modernas.
Me gustaría decir unas últimas palabras sobre su esposa, la encantadora Loredana, que desde los primeros días de matrimonio se ha visto obligada a encontrar clientes en casa incluso los sábados y domingos, obligada a viajar por toda Europa en una Moto Guzzi equipada con sidecar para acomodar a sus dos hijos, y una excelente administradora de talleres.
Su figura, siempre sonriente y serena, ha contribuido sin duda al crecimiento y desarrollo de una estructura moderna y eficaz que se caracteriza por "hacer que los clientes vuelvan".
Los casi cincuenta años de frecuentar el taller, la experiencia adquirida también con otras marcas y otros talleres, no pueden sino hacerme elogiar la actividad de un amigo, que ha dedicado su vida con pasión, pero también con extrema competencia al servicio de una de las marcas más prestigiosas de la historia del motociclismo.
Pero la historia no termina aquí, ya que el taller está cada vez más vivo y vital y espero ser cliente durante muchos años más





Roberto Barba
Siempre he sido guzzista, desde que tuve una Stornello 125 Scrambler a los dieciséis años.
En 1991, cuando vine a vivir a Parma, me hice cliente del concesionario Guareschi y, tras un periodo de parón de las motos, les compré cuatro motos en 2007.
En la familia Guareschi siempre he encontrado, además de una exquisita amabilidad, una gran pasión por la marca Eagle.
Puedo atestiguar que hacen su trabajo lo mejor posible y tienen, como imperativo, que el cliente salga satisfecho del taller. Leer más
Tengo la suerte de tener mi concesionario a pocos kilómetros de casa porque sé que hay muchos clientes que se desplazan cientos de kilómetros para que les atiendan aquí sus motos.
Por último, recuerdo los trabajos de restauración de las motos de época, que por sí solos merecen una visita a la tienda.
Mi sueño es ver una V7 Sport expuesta o, mejor aún, la legendaria Lodola Regolarità.